domingo, 13 de julio de 2008

SOBRE LA UBICACIÓN DEL CONGRESO NACIONAL






Una vez más un grupo de ociosos, están proponiendo volver el Congreso Nacional a Santiago.

Que el Congreso esté en Valparaíso es para nosotros un símbolo en el sentido de que nos recuerda que no todo se lo llevan los acaparadores de Santiago. Podría estar en otro lugar que no sea Valparaíso, siempre que no sea en Santiago. Creemos que los interesados en que esté en Santiago sólo quieren su comodidad para sus viajes, y que desean poder manejar mejor allá sus negocios, y pitutos, para ir a hacer clases, a sesiones de directorios, y otros, para mandar a sus hijos a muy buenos colegios, ver buenas obras de arte, y tener fácil acceso a lugares de entretención.

¿Porqué no mandan el Ejecutivo y la Corte Suprema también a una región, lo que sería más sano?


A los que quieren volver el Congreso allá, no les importa que Santiago esté colapsado, con smog, tráfico vehicular y mucha población, con los tacos, la delincuencia, colas de vehículos, y hasta basura haciendo nata. Es frecuente ver autoridades atrasadas en llegar a su trabajo, dando instrucciones por teléfono desde el vehículo, incluso a una ministra una vez le dio un soponcio en estas condiciones.

Despreciamos a quienes siendo representantes de provincias quieren llevarse le Congreso a Santiago. Esos no representan a las regiones. Llamamos a no votar por ellos en las próximas elecciones, y a expresarles nuestro desprecio y repudio cuando los veamos aparecer más delgados, y con la sonrisa falsa de costumbre, pidiendo nuestro voto. Ellos anteponen sus intereses al sentir de sus representados, es decir a nuestro sentir, y en pos de un propósito egoísta, no les importa que se siga desangrando a las regiones y se siga concentrando el poder en el centro del país.

Además llevarse el Congreso a Santiago representa gastos de preciosos recursos que deberían utilizarse en los más necesitados, y no en los parlamentarios que ya reciben mucho en relación con lo que hacen y con lo que reciben los demás chilenos. Ese edificio antiguo en Santiago, ocúpenlo para otra cosa y desgraciadamente para las regiones, sería mejor que no ya estuviere en pie, si es que lo van usar como pretexto para golpearnos una vez más.

Autonomía real necesitamos las regiones, es nuestra aspiración en este Norte que ha alimentado a Chile por siglos, sin recibir lo justo a cambio. Basta ver nuestras carreteras respecto de las que tanto se nos ha ofrecido. Nuestra ya agonizante línea férrea o lo que han dejado de ella, la que un día fue un gran adelanto y orgullo para el país y Sudamérica, nuestros colegios, y hospitales, que parecen de otro país sudamericano si se los compara con los que tienen en Santiago.

Claro, se prefiere a Santiago, porque en esa ciudad hay más votos de mucha gente hacinada y sin destino, que está así, precisamente por culpa del mismo centralismo delirante que denunció el visionario don Pedro León Gallo hace casi ya 150 años.

Debería favorecerse realmente con beneficios tributarios, y laborales, la instalación de faenas, de fábricas e industrias, universidades, colegios, hospitales, y profesionales, en regiones, especialmente las más extremas que hoy dan lástima por su estado de postración, siendo ellas un permanente deseo para potencias extranjeras. En la región de Atacama no hay un solo cardiólogo con especialidad (no me refiero a los que lo puedan ser a pulso y a los que por necesidad cumplen esa función sin serlo),

¿Saben acaso los centralistas lo que es eso, y el dolor que implica mandar a los familiares mayores a vivir en otros lados?
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Indignación nos da leer en el Mercurio de hoy 13 de julio del 2008, que la querida ciudad de Arica, que tanta sangre constó a nuestros directos antepasados, está en franca y penosa involución, previéndose que llegará a ser inferior a la vecina Tacna, sin que aquellos a quienes los chilenos les pagamos para dar soluciones, hagan nada que sea eficaz por sacarla de esa postración. Si no son capaces, entonces díganlo. Para peor aún, con resquicios legales injustos, los chupasangres ahora les quieren negar el derecho hasta tener sus propios senadores.

¡Que indignación y tribulación nos causa ver esto!

¿Es que acaso, en el centro del país, no se puede entender sino con medidas de fuerza, con violencia, y con la legitima idea de rebelión que poco a poco se va incorporando en el pensamiento de la población norteña, al sufrir tanto atropello?.

Que no se quejen después los ineptos y desidiosos causantes de tanta penuria, si prende la idea de autonomía o de independencia, o surgen rebeliones ante la desesperación del pueblo aplastado por el centralismo agobiante e irracional que hoy campea. Que no se quejen después si les culpamos por la pérdida de la parte de nuestro sagrado territorio.

Si en definitiva se llevan el Congreso a Santiago, los congresales electos en regiones, que voten a favor de ello, serán los responsables de colaborar con un golpe más a la dignidad de la regiones, a cuyos pueblos en pleno siglo XXI, vergonzosamente no se les permite tener el manejo de un presupuesto decente, ni sus propios planes de desarrollo, y ni siquiera elegir a sus autoridades regionales y provinciales.

Que Vivan las Regiones, que viva don Pedro León Gallo. Viva el ideario de La Revolución Constituyente, abajo el centralismo ciego y delirante, y que se vayan aquellos embusteros que vienen a ser electos a las regiones, y después están dispuestos traicionar arteramente para su propio beneficio.

Una Copiapina por sangre y tradición. Atte., Candelaria Copadeoro.
13.julio.2008



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